Aprender del amor con el covid

Aprender del amor con el covid

Y el bichito visitó mi cuerpo

Si algo me trajo este momento fue la confianza en la humanidad en mi humanidad, volver a sentir el cuerpo, conectar con su impulso sagrado qué pulsa con la alegría pero también con la pausa, con el bienestar y el cuidado, con una infección qué lo pone a bailar distinto.

Me contagie, miedo? si, cuando tuve los resultados positivos y mi cuerpo ya no tenía síntomas (jajajajaja la mente es muy cabrona). Síntomas? 3 días de gripa (el cuerpo es sabio), crisis? una gran crisis emocional y mental. Estaba por hacer mi mudanza de ciudad, la casa semi empacada y el nuevo ciclo escolar de mi hija a punto de empezar y la vida nos puso pausa, antes de salir de la ciudad de México había que parar.

Con diagnóstico positivo han fallecido amigxs, familia, conocidxs, recibir el positivo para mi y mi marido, fue duro, angustiante, y algo dentro estaba en una profunda paz, llevaba meses con mucha ansiedad y prisa y el bichito este me dió la oportunidad de parar. En medio de esos días de eterna pausa, les escribí algo a todxs, una carta de amor al mundo, a la gente conocida y desconocida, una carta a la vida, letras que me ayudaron a volver a confiar y también a dejar ir lo que ya es obsoleto en mi vida (antigua casa, algunas cosas de mi trabajo, creencias, “amistades”, etc.).

Les comparto lo que les escribí esa noche que mi cuerpo me dijo gracias por parar y me permitió unas horas de lucidez para atender el afuera.

Voy a escribir más por aquí, aveces el instagram va tan rápido (y me gusta) pero la pausa de la escritura larga y el poder tener un archivo me recuerda que escribir y compartirlo es algo que gozo mucho, y no tiene que ver con likes, o corazones digitales, si no con nuestros corazones, los del cuerpo, y cómo se conectan cuando nos sentimos por medio de las letras.

Tantos cariños, estoy volviendo suavecito, agradezco tanto su cariño, su amor y su paciencia.

Intentaré ir subiendo los protocolos herbales y naturales que me ayudaron a pasar de forma muy saludable el contagio.
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Una carta de amor al mundo:

Cuánto bien le hace al mundo, cuánto bien le hace a mi propio mundo, a mi proceso, ver a gente cumpliendo su sueño y siendo feliz en esos instantes, cultivando plenitud expandida, cuando veo a alguien tomando su lugar en la rueda de la vida, sirviendo sirviéndose, poniendo a su servicio sus dones para su propio goce, y resonando en más corazones.

Aquí en un cuerpo que enferma y eso también es vida, te comparto mis ojos para volar, te comparto mi aliento para soñar, te comparto mi canto para escribir una nueva historia, te comparto mi canción, la música que soy para llover y palpitar la música de la vida, te comparto un fractal de mi fuego y juntes creamos un himno, una oda a la existencia, qué serían de mis caricias sin otro cuerpo, bailamos en el flujo del río, nuestras raíces comulgan con la sabiduría de esta tierra, semillas que cantan y sueñan, sueño que soy semilla, sueños qué son semilla, el llamado del agua, el llamado de una tierra que sueña el cielo aquí en ella, somos las nubes que se convierten en rosas, transformándose con la sangre que ha alimentado a la humanidad. Humanidad con nueva música que se encarna en tu lengua, la lengua que que con su saliva recorre la historia de un cuerpo, nacer de la vagina de la tierra. Nuestra hermosa tierra, hermana, madre hija y abuela, las manos de la fe dibujando nuevos caminos con caricias que son los besos de las manos.

Nuestras manos
Hermanos que son diada, curanderas, manos de magia, de la señora que prepara el maíz, de la madre que limpia la cara de su hijo, los hijos y las hijas de la vida, engarzados, somos garzas qué sueñan cuando vuelan, volamos con el canto del cielo. Una tierra que sueña el cielo en ella. La compartimos, te comparto el fuego que nace de mi ombligo.

Estoy renaciendo, recordando la sabiduría de la nueva vida, la tierra me sigue invitando a danzar aquí con ella, estoy viva.

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Los días de encierro, de sentir el virus en mi cuerpo aún sin síntomas, me llevaron a reflexiones de mucha compasión, sentía la oportunidad de reconciliarme, de abrir el corazón, la oportunidad de aprender más del amor, de regresar al mundo renacida, con un nuevo enfoque, con otras formas de tratar a las personas, creo que el virus nos ha cambiado la vida a todas las personas, podemos cerrar el corazón ante todo lo que está pasando, o abrirlo más y honrar la vida, cada quien a su forma, pero qué elegimos? ahí está el punto, el virus ha cerrado las puertas de las casas, pero que no nos cierre las puertas del corazón, al final tod@s sólo queremos sentir amor.