¿Quién soy yo después de parir?

La pregunta que muchas nos hemos hecho tras el nacimiento de bebé, es ¿En dónde estoy yo?, ¿En dónde me encuentro tras este nacimiento?, ¡¿Siento que no existo, será que yo no soy más yo?!

Cuando estamos embarazadas sobre todo del bebe, mucha de nuestra atención está puesta en el nacimiento, en vivir un embarazo sano, en estar flexibles, en las vitaminas, en el yoga prenatal, en el curso de preparación para el parto, y la lista sigue…

No es que esto este mal, pero ser madre no es sólo llegar con “éxito” al nacimiento. Comencemos con la vida intrauterina, ahí, donde todo ocurre de manera gloriosa y majestuosa, ahí donde nuestro ser alimenta otro ser, que siendo dos, seguimos siendo una.

Mis palabras intentan tocar mi propio proceso y compartir desde la compañía y escucha que he dado a otras madres en el puerperio (etapa después de nacimiento de los hijos), donde veo mujeres con una gama infinita de creación, me recuerdo a mí en ese estado de plena maternidad, en donde embarazadas, la creatividad no para y es que no es casual que la palabra lo diga todo, creatividad deriva del latín “creare” que significa: engendrar, producir, crear.

Nuestra capacidad creativa brota de manera natural en el embarazo, estamos co-creando la vida misma, ahí no hay dudas, el bebé crece, nuestro cuerpo sabe cómo hacerlo, ahora viene la parte en la que todas nos sentimos avasalladas, cuestionadas, ¿Qué hacemos con el bebé en brazos?

¿Qué lugar creativo tenemos cuando ha nacido nuestro bebé? ¿Por qué el puerperio es tan angustiante, por qué nos sentimos sobrepasadas al criar? Pero nadie nos dice nada, o tal vez hemos estado tan envueltas en el embarazo que no queríamos meternos en camisa de once varas. En una sociedad donde hemos aprendido a relacionarnos con el mundo externo y no con el mundo interno, el de las sensaciones, hay una extraña educación en donde sentir no está bien o tal vez no se nos ha mostrado el camino para sentirnos bien con sentir, y ser madres en gran medida es sentir y llega el momento del parto, ese momento para el que tanto nos “preparamos”, pero la maternidad no acaba ahí, la maternidad apenas comienza.

Algo que poco a poco he podido ir acomodando en mí, gracias también al acompañar a otras madres, es que el embarazo tiene un principio y un final, empieza en la gestación de la nueva vida y termina en su nacimiento, este es un dato claro y muy concreto, no hay marcha atrás, es un dato que de algún modo nos da cierto control, y del puerperio sólo sabemos que empieza cuando nace bebé y entonces viene el cero control, el gran vacío, ¿Cuándo acaba? ¿Después de la cuarentena? ¿En el destete? ¿Al dejar de colechar? ¿Después de los dos años, momento en que el bebé puede nombrarse a sí mismo? ¿ A los 7 años cuando los yoguis dicen que el aura del niño toma su propio lugar y color y deja de compartir el aura de su madre?

Hablando con madres de hijos de muchas edades incluso adultas, llegamos a la sensación de que el puerperio no acaba. Y es que una deja de estar embarazada, pero una vez que nace bebé jamás dejas de ser madre.

Y vuelvo a esa sensación de cuando recién han nacido nuestros bebés, esa sensación de no encontrarnos, una sensación que dura más que 40 días, muchas mamás me han dicho que se sienten presas, que se sienten estancadas, asfixiadas, etcétera. La pregunta de muchas también es, ¿En qué momento encuentro un lugar para mí?, a lo que respondo, ¿Hablas de esos espacios que tenías antes de ser madre?

Quisiera decirles mi verdad, siendo madre de una niña de casi 10 años y acompañando procesos de maternidad desde hace 9 años, me doy cuenta que esos espacios que antes de ser madre teníamos, así completos, sin fin al parecer, pues si dejan de existir, en algún momento podemos tomarnos un rato para ir con las amigas, para ir de compras, para escribir, leer, etcétera, pero esos espacios están llenos de sustancia materna y cuando lactamos lo sabemos muy bien, puede no estar el bebé presente físicamente, pero esa necesidad de criar, de maternar, de estar en contacto, no acaba, en algún momento hay que levantarnos y decir “voy con mi hij@”.

Al parecer, la angustia viene de una voz que dentro nos dice, “esa mujer ya no es más lo que soy”.

Y aquí nos enfrentamos al vacío, a vivir ese duelo de la mujer que se ha transformado, pues en toda transformación hay una muerte, un dejar ir, un profundo desapego, y la paradoja viene al estar viviendo, celebrando, gozando de la nueva vida que hemos dado a luz y a la vez estamos dejando ir, desapegándonos de la vieja vida  -nosotras antes de ser madres-. Y ahí envueltas en las aguas de la vida materna, abrazamos la nueva vida y soltamos aquello que ya no vive más, la mujer que fuimos ha dejado de ser hoy.

¿Pero entonces si ya no soy esa mujer, quién soy?  El proceso se convierte en una gran lucha, si intentamos salvar aquella imagen con la que nos identificamos tanto, sin darnos cuenta nos hemos creído la ilusión de que somos un nombre, una profesión, un título, una imagen ante el mundo.

En la Presencia Biodinámica (práctica que vivo y comparto), uno de sus regalos (o desdichas para el ego), es emprender el viaje de regreso a sí mismo, dejar ir esa imagen fija con la que nos hemos identificado tanto, soltar nuestra propia historia, es permitirnos SER NADA Y VIVIR, sentir el vacío de carecer de esa identificación que nos limita, si vivimos la maternidad como un espacio vacío en el que podemos ser nada, entonces la lucha para, y al parar la lucha el sufrimiento deja de sentirse.

Si al nacer madres, seguimos luchando por volver a ser las que éramos, no habrá espacio para dejar brotar esa mujer que desconocemos, esa mujer que va más allá de la profesión, del título, de las actividades que estábamos acostumbradas hacer, esa mujer que sin duda nos sorprenderá con su infinito poder creativo, tal y como nos sorprendió en el embarazo.

Al limitar nuestro poder creativo a la identificación de lo que éramos, seguramente batallaremos con un sin fin de luchas, que dan como resultado el sufrimiento de no poder recuperar lo que éramos.

Habría que preguntarnos, en dónde hemos entregado nuestro poder de crear, si la ilusión es que por ser madres no podemos SER , tal vez antes de ser madre ya habíamos dejado de ser nosotras mismas, de ser vida, luchando por defender una imagen limitada ante el mundo.

La ilusión es creer que al ser madres no tenemos espacios de creatividad, de ser esas mujeres que dan a luz sus proyectos. Si al convertirte en madre crees que no hay espacio para ser tú, tal vez es momento de preguntarte cuánto poder has entregado a la identificación de una imagen fija.

La maternidad para mí ha sido una oportunidad, un camino de regreso a mí misma que me invita a recordar que no soy un nombre, un título, una actividad “x”, me ha traído al origen mismo de la creatividad, el espacio vacío, desde donde sentir es crear, ser madre es la oportunidad en cada segundo a ser creativas, para con nosotras mismas y con el ser que criamos creando.

Te invito a parar, detenerte un momento como una práctica continua y darte cuenta que no eres sólo eso que crees, que esa mujer que ya no existe, no hay que rescatarla, hay que permitirle crearse día a día, eso ha pasado a lo largo de nuestra vida, sólo que ahora con bebé en brazos, con ese tiempo de bebé en el que todo tiene un ritmo distinto, se nota un poco más, nos lo subraya digámoslo así.

Miremos el puerperio como una oportunidad, un lugar para entrar en contacto con nuestro verdadero SER-SENTIR, con la verdad profunda de nuestra existencia, el AMOR. Sin etiquetas, sin títulos, dejémonos sentir, sentir esta nueva mujer madre, sentir sin prejuicios, sin falsas identidades, sólo sentir, sentir, sentir.